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Leer másConocer cómo nuestras actividades afectan al medio ambiente y actuar para prevenir o reducir ese impacto en sociedad es adquirir conciencia ambiental.
Para los involucrados con el sector empresarial y su cadena de valor (proveedores, empresarios, trabajadores, consumidores…) es fundamental insertarse en esta prioridad que desde hace décadas está emergiendo en nuestra sociedad. Por eso, acá compartimos algunas estrategias para cultivar y fomentar esa conciencia en las empresas.
Es el sistema de valores que una persona o institución tienen en relación con el medio ambiente. Para operacionalizar este término, Prada (2013), basado en los trabajos de Jiménez y Lafuente, plantea cuatro dimensiones:
En estas dimensiones las personas y las instituciones adquieren conocimientos que despiertan sentimientos, cambios de actitudes y terminan convirtiéndose en acciones proambientales.
Pero veamos cómo podemos crear y fomentar esta conciencia en el ámbito empresarial.
Desde los diferentes sectores del ámbito empresarial se pueden establecer las siguientes estrategias:
Esto debe ir más allá de una declaración y ser parte de la acción y el liderazgo de la empresa. Entonces, será un valor transversal a todos los procesos y formará parte de la cultura organizacional y de las formas de medir el rendimiento.
Uno de los más recomendados es el de la huella de carbono. Esta refleja los gases emitidos por una persona o empresa y se considera un indicador de impacto ambiental (Nueva ISO 14001, 2019).
También, en los últimos años, la rendición de cuentas en materia de ambiente, sociedad y gobernanza o ESG (por sus siglas en inglés) ha tomado mucha relevancia, sobre todo para la relación entre inversionistas y la empresa privada.
De esa manera, los colaboradores y la organización tienen más conciencia de las afectaciones que generan las operaciones sobre el ambiente y la sociedad. Para lograr este objetivo es recomendable:
Esto significa vigilar que se realicen, con criterios de sostenibilidad, todos los procesos, tanto internos como externos, asociados a la operación de la empresa. Algunas prácticas recomendadas son:
Es imposible que una organización tenga conciencia sin la participación de sus miembros. Por eso es recomendable que este plan considere a todos los involucrados en el proceso: proveedores, transportistas, empleados, directivos, entre otros.
En sintonía con estas cinco estrategias, empresas como Alquería son un ejemplo en la orientación de sus operaciones hacia el desarrollo sostenible. Por eso es considerada un referente en materia de conciencia ambiental empresarial.
Los proveedores, trabajadores y, sobre todo, los consumidores tienen un rol determinante en la conciencia ambiental empresarial. Estos últimos tienen el “poder” de privilegiar el consumo de productos fabricados con criterios de sostenibilidad. Así, prevalecerán en el mercado las empresas que tengan esa visión y una responsabilidad ambiental sólida.
La conciencia ambiental repercute en beneficios para el medio ambiente, la sociedad, las empresas y sus colaboradores.
Los trabajadores pueden desarrollar sus actividades en empresas orientadas a favorecer condiciones y un clima laboral que los estimula y motiva.
Los consumidores, adquieren productos que tiende a ser más saludables.
En síntesis, una conciencia ambiental empresarial solida nos favorece a todos. Por ello, desde el ámbito de acción que nos corresponda, debemos promoverla y estimularla.